Adoro el mar, me encanta lo que me transmite, su inmensidad me impresiona y me hace totalmente feliz. Sólo observarlo me relaja y me llena de energías interplanetarias. Me manda a territorio ZEN totalmente. Me ha dado muy buenos momentos los cuales atesoro en mi memoria y que no cambiaría por nada. Conozco el mar en casi todos sus colores, y siempre que lo veo no deja de impresionarme. Todo esto para decirles que es uno de mis lugares favoritos del mundo.

Hoy no les mostraré ningún lugar que pueda quitarles el hipo inmediatamente, aunque quisiera tener una casita como ya les conté aquí. Este viernes de julio les contaré una historia personal: mi primera vez bajo esa linda maravilla que es el mar, que me quito el hipo una vez viví la experiencia.

Fue una experiencia que intentaré resumir, pero nunca podré transmitirlo en su totalidad. Fue totalmente bella. (Aquí va una carita de tonta perdida).

Mis amigas y yo cada vez que podíamos nos escapábamos un find a Cartagena de Indias y nos encontrábamos con el mar, ese mar azul e inspirador de las Islas del Rosario. Y aparte de tomar el sol, divertirnos, pasear por la arena y disfrutar con un coctel en la mano, hacíamos snorkeling casi siempre, nos emocionábamos cada vez que podíamos ver las maravillas que allá abajo se encontraban, algas, peces de todos los colores, y me impresionaba como lograban todos esos seres ser un engranaje perfecto en ese ambiente. Como respiraban, como se alimentaban, como tenías hijitos, etc. Durábamos 50 minutos aproximadamente siendo exploradoras marinas. Pero nunca pasaba de ahí.

Hasta que un día, mi esposo me regaló un bautizo, es lo que llaman en las escuelas de buceo, la primera inmersión en el mar, el primer acercamiento a ese fascinante universo submarino que tenemos.

No estuve nerviosa, estaba emocionada y a la expectativa de la nueva aventura, me sentía tranquila. Mi esposo bucea con regularidad así que eso me daba cierta sensación de relajación. Iba acompañada de un instructor y él me guiaría. Así que fuera nervios!!!

Al bajar al fondo marino con mi super traje de neopreno, lo primero que hice fue centrarme en respirar, hasta que no logré respirar bien, no pude ver nada con tranquilidad. Respirar bajo el agua es ALUCINANTE. Es algo totalmente distinto y lo disfruté tanto, que me sentía sirena, (Ariel para ser exactos, jeje), pez, delfín, pulpo, ballena, o cualquier bichito de las profundidades. Me sentía uno de ellos. Recorrí aprox. por 30 minutos una minúscula porción de las aguas del mediterráneo, que a mí me pareció una laguna inmensa.

No vi ballenas ni tiburones, pero si infinidad de peces, mini pulpos, erizos, algas marinas, estrellas de mar, los cuales intentaba tocar y sentir. Formar parte de ese hábitat resulto fascinante, increíble y supero todas mis expectativas.

Mi momento mágico, que paralizó todo, que me hizo entrar en un coma happiciento, en una felicidad amarilla limón, fue cuando miré desde la arena del mar, (pero la de abajo abajo) hacia el cielo, esos pequeños minutos me dieron una felicidad absoluta. Llorar de felicidad allí mismo era poco. No dejaba de sonreír. Ver como entraban los rayos de luz y se mezclaban con el agua marina fue una sensación como de otro planeta.

Así que no duden en realizar esta experiencia, vivirla y luego contarme que tal les fue. No se arrepentirán.

¿Te animas a zambullirte? Pueden mandar mensajes subliminares de cumpleaños, aniversarios, etc a sus novios o amigos. Jejeje!!

Feliz fin de!!Yo me iré a la playa! A disfrutar de esa maravillosa creación divina.